martes, 28 de julio de 2015

HISTORIA Y EVOLUCION DEL CLARINETE


 

 

 

 

·       Antepasados del clarinete

·       El Chalumeau francés

·       Denner y la evolución del nuevo instrumento

·       Müller y su instrumento

·       Klose y el sistema Boehm

·       Oether y el Sistema alemán

·       Sistema Romero

 

 

 

Antepasados del clarinete

 

 

 

El clarinete tiene una larga historia a pesar de aparecer a finales del siglo XVII. Sus orígenes se remontan a la antigüedad, encontrando su pista por todo el mundo.

 

Entre los instrumentos antiguos más importantes que guardan relación con el clarinete podemos citar:

 

LAUNEDAS, antiguo tipo de clarinete conocido en Egipto y en la antigua Grecia. Posee dos tubos desiguales melódicos y un tercero que hace de bordón.

 

MACHALAT, instrumento hebreo compuesto por un depósito de aire y un tubo de caña con su lengüeta TALLADA EN EL INTERIOR.

 

ARGHOUL, caramillo doble conocido en el antiguo Egipto, parecido a la zummara árabe.

 

ZUMMARA, palabra árabe que significa flauta o clarinete doble, formado por dos tubos paralelos de igual longitud. Fue un instrumento muy popular.

 

SHAKUHACHI, instrumento de caña de bambú. Era de origen chino y se tocaba verticalmente.

 

PIGORN, o caldereta galesa, siglo XVI, era de forma más o menos cilíndrica, con varios agujeros y una ancha boquilla. Tenía insertada una lengüeta simple en el interior de una cámara. La técnica de producción sonora de este instrumento era un poco más elaborada, ya que la resonancia tenía lugar en el tubo y no en la boca como en las anteriores.

 

AULOS, nombre griego del caramillo, al que los romanos llamaban Tibia. Estuvo construido primitivamente por medio de cañas, empleando más tarde la madera, el metal y el marfil. Tenía una especie de lengüeta y el número de agujeros oscilaba entre cuatro y quince, según las épocas.

 

Estos instrumentos se introdujeron en Occidente por medio de los músicos ambulantes, tomando la mayoría diferente nombre según las costumbres y lugar donde se establecen; así en Alemania se llamará Shalmey, en Italia Piffare o Ciaramella, en Francia Chalumeau y en España Tubo de caña.

 

De estos instrumentos el más perfeccionado es el Chalumeau francés, por su extensión, afinación y belleza sonora.

 

 

 

 

 

El Chalumeau francés

 



 

 

Esta palabra francesa significa en general caña o lengüeta, no concretando la clase ni la forma, pudiéndose referir a simple o a doble.

 

En la Edad Media era de forma cilíndrica con varios agujeros y con una lengüeta introducida en la parte superior del tubo, encerrada en una pequeña caja. La caña no está en contacto con los labios, era un pequeño tubo situado a continuación de esta pequeña caja el que hacía contacto con ellos.

 

Este instrumento no tenía pabellón (campana) y tenían la mayoría de ellos un máximo de ocho agujeros. Fue un instrumento campestre.

 

La palabra Chalumeau es equivalente a Caramillo, derivada del latín Caramos, que significa lengüeta pequeña, o del griego Calane, flauta de caña.

 

Durante bastante tiempo estas dos palabras se confundían y se utilizaban para designar el mismo instrumento. En el siglo XVII parece ser que tomaba el nombre de Caladrone, palabra que indica su sonoridad increíblemente grave, en relación a su pequeño tamaño.

 

En Italia se afirma que el antiguo Chalumeau francés es un perfeccionamiento de la Ciaramella.

 

 

 

 

 

Denner y la evolución del nuevo instrumento

 

 

El Chalumeau francés sirve de base para la creación del nuevo instrumento. Es Denner, nacido en Nurember (1655-1707) quien lo transforma en el clarinete en el año 1690 gracias a sus importantes trabajos y modificaciones.

 

El Chalumeau tenía una sonoridad increíblemente grave en relación a su pequeño tamaño. Sonaba una octava más grave que la flauta dulce de igual dimensión, y es para enriquecer este registro grave de agudos por lo que Denner lleva a cabo su obra.

Este artesano dedica varios años de investigación para llevar a cabo sus primeras modificaciones. La primera de éstas fue sustituir la lengüeta situada en la cámara sonora y colocarla en un pico o boquilla en contacto con la boca, pudiendo el instrumentista controlar a ésta por primera vez.

Esta mejora permitiría al hijo de Denner poco después dar a la boquilla del clarinete su forma típica; la lengüeta era larga y su punta casi cuadrada, acoplada a la boquilla por medio de un fino cordel.

 

Con la finalidad de ampliar el registro del instrumento, Denner perforó un pequeño agujero en la parte superior del tubo, abierto o cerrado a voluntad por medio de una llave o palanca, esperando el mismo resultado que se obtenía en la flauta, o sea, una octava, pero no fue así y obtuvo una doceava.






Esta primera llave llamada de doceavo es la innovación más importante realizada en el clarinete, pudiéndose obtener con ella los siguientes sonidos.




  

La ausencia de sonidos entre los registros hizo a Denner idear otro agujero accionando por medio de una segunda llave. Con esta llave se podía obtener un “LA” mas o menos afinado, y con las dos accionadas a la vez resultaba un “SIb”.

 

Al término de las experiencias iniciales de Denner, su hijo Jacob perfeccionó este segundo agujero obteniendo mejor resultado en afinación y sonoridad, entre los años 1700-1720.

 

Con el fin de conseguir más resonancia en el registro fundamental o de “Chalumeau” (en memoria del antiguo instrumento), Denner acopló al final del tubo un cuerpo cónico en forma de pabellón o campana, parecido al de la trompeta.

 

Los sonidos obtenidos con la llave de “Doceavo” se llaman “Registro de Clarín” por el parecido que tenía con los producidos por la trompeta. Este parecido, así como la forma de la campana y su pequeño tamaño (50 cm) le dan al nuevo instrumento alrededor del año 1700 el nombre de clarinete. Anteriormente ya se le daba a este instrumento el nombre de “Clarino”.

 

La primera referencia que se hace de Denner y del clarinete figura en la obra de J-C Doppelmeyer Historische Nachricht Von Den Nurburgischen Mathematicis Und Kunstlern (1730).

 

En ella se señala el invento de Denner, tomándolo como un nuevo tipo de chalumeau mas perfeccionado.

 

Tras numerosos ensayos, Denner y sus hijos Jacob y Juan, modificaron el tamaño y emplazamiento del agujero del dedo pulgar izquierdo


Para corregir así el “registro del Clarín”, que no era fácil de obtener.

                                  


   

Poco después insertaron en el agujero de la llave de doceavo un pequeño tubo metálico para mejorar de esta forma el SIb e impedir la acumulación de agua en este agujero tan expuesto.

 

Jacob Denner al observar la ausencia del SIb natural, aumentó la extensión del registro grave alargando el instrumento hasta el Mi natural, de tal forma que accionando la llave de doceavo producía la doceava SI natural.

 

El MI natural grave fue un resultado útil de este perfeccionamiento que tenía por fin la obtención del SI natural. Esta invención se realizo en 740 y fue destinada al quinto dedo de la mano derecha. Algunos atribuyen este perfeccionamiento a Bartholo Fritz (1697-1766) fabricante de instrumentos en Brunswick. Lo más probable es que Fritz cambiara de sitio la tercera llave, situándola en la mano izquierda, quedando libre de esta forma la derecha.

La invención de esta llave constituyó un momento crucial en la historia del clarinete, ya que entre el MI grave y el DO agudo tuvo una extensión diatónica completa de casi tres octavas, con digitaciones correctas, no siendo así en cambio sus posibilidades cromáticas, teniendo que utilizarse las digitaciones de horquilla con un resultado mediocre y en casos irrealizables.

Las llaves eran poco manejables y de un mecanismo lento, esto hizo pensar en la imposibilidad de tocar con un clarinete de más de tres llaves, dada la falta de hermeticidad del aire. Sin embargo, en 1760 apareció un clarinete de cinco llaves cuyo uso se haría muy pronto, generalizado. Estas dos llaves nuevas estaban colocadas en la parte inferior del tubo y daban el FA y SOL sostenidos


 

así como sus repetidas doceavas DO y RE sostenidas.





Estas dos llaves fueron posibles gracias a Enrique Beer (1744-1811).

Clarinete de 5 llaves

La sexta llave apareció en 1791, por medio del célebre clarinetista suizo-francés Lefevre (1763-1829). Esta llave producía las notas DO y SOL sostenidos


 

mucho más afinadas y cómodas que con la antigua posición horquilla. Al mismo tiempo Floth creaba en Berlín un clarinete de ocho llaves. En este mismo año (1791) Mozart compone su concierto para clarinete.

 

Jaime Francisco Simiot, fabricante de instrumentos, añade en 1808 la séptima llave utilizada para trinar sobre las notas LA-SI, y se preocupaba también de los problemas de la evacuación del agua en la llave del dozavo y el agujero del dedo pulgar izquierdo. El año siguiente vuelve a aumentar el número de llaves a nueve.

 

 

Griessling añade la décima llave en 1809, siendo utilizado este instrumento por el gran clarinetista H.J. Baer Mann.; B.E. Crusell (1775-1838) empleó también un clarinete de once llaves para sus conciertos.

 Los instrumentistas continuaban añadiendo llaves al clarinete, mejorando así su entonación pero no la facilidad d ejecución. Las ventajas obtenidas no compensan las fugas de aire de los tapones de fieltro, la flojedad de los resortes ni los problemas de la disposición general de las llaves. Es en 1812 cuando Muller presenta su clarinete de trece laves, suponiendo un acontecimiento extraordinario.

 

 En el siguiente vínculo encontrareis un enlace a un fenomenal articulo de Javier Dionisio, un aporte a la magnífica Web de Clariperu.

"El Clarinete en los tiempos de Mozart"
 

 

 


Muller y su instrumento

 

 

En 1811, Iwan Müller perfeccionó el clarinete hasta trece llaves, marcando un progreso considerable en este instrumento.

Nacido en Rusia en 1786, Müller comenzó sus experiencias desde muy temprana edad; a los veinte años, cuando tocaba en la Orquesta de Cámara Imperial de San Petesburgo, ya experimentó nuevos tipos de teclaje.

En 1809 inauguró en un recital un clarinete de estructura nueva, fabricado para él por un artesano vienés llamado Merklein, constituyendo un gran acontecimiento. Este clarinete le sirvió de modelo para una vez perfeccionado presentarlo en el Conservatorio de París en 1812.

El nuevo clarinete estaba compuesto por trece llaves, pero lo más importante era la forma de la que estaban hechas, como estaban dispuestas, tapadas y accionadas.

La disposición de estas llaves era mucho más lógica que todas las que entonces se conocían, facilitando al instrumento tocar todos los tonos con cierta comodidad, ofreciendo también un mejor resultado acústico. Sus agujeros estaban ajustados de forma parecida a la que hoy día tenemos en nuestros clarinetes. Las espátulas eran de forma cóncava y los tapones o zapatillas eran de cuero rellenas de lana, de manera que cuando la llave estaba abierta existía suficiente abertura o salida del aire. Otra innovación de Müller fue sustituir el cordón que unía la caña a la boquilla, por una abrazadera de metal. 

 

Para realizar sus trabajos Müller dispuso de excelentes instrumentistas que llevaban a cabo sus instrucciones, hombres como Gentellent, Simiot y el gran clarinetista H. Baermann que le ayudó a difundir su nuevo clarinete.

El éxito fue inmenso en bastantes países especialmente en Alemania, Austria, Rusia y alguno más.


Con el nuevo sistema los instrumentistas se preocuparon en añadir mejoras al clarinete: en 1823 César Janssen, alumno de Lefévre, presenta en París un clarinete en el cual algunas llaves estaban provistas de rodillos móviles (igual que los actuales saxofones) permitiendo de esta forma resbalar los dedos de una a otra llave con mayor facilidad; anteriormente, en 1820, Simiot construyó un clarinete en 19 llaves.


Estas mejoras no se pierden cuando más adelante aparecen los anillos móviles de Boehm y se acoplan al clarinete.

 

 

 


Klose y el sistema Boehm

 

 


 

De origen francés, Hyacint Klose (1808-1880) fue profesor del conservatorio de París, sucesor de F. Beer (1794-1828) y fundador de la escuela francesa.


En 1842 tiene la idea de acoplar al clarinete el sistema de anillos móviles que T. Boehm había inventado para la flauta y que se conocería después por el sistema Boehm.


Este sistema del que gozaba la flauta consistía en una serie de llaves de anilla, en el que un dedo podía cerrar una anilla cubriendo por completo el agujero y a la vez accionar otra llave que cubriese un agujero distinto a cierta distancia, o sea, tapar varios agujeros con un solo dedo.


Boehm no creía posible que este sistema fuese aplicable al clarinete, fue Klose mediante la ayuda del fabricante de instrumentos L. Buffet quién encontró la forma de acoplar este sistema a nuestro instrumento.


Este clarinete lleva el mismo número de llaves que la mayoría de los que se han utilizado hasta hoy: 17 llaves y 6 anillos permiten a los dedos controlar 24 agujeros. Los trabajos realizados por Müller y otros fabricantes sobre la elevación de las llaves y las zapatillas se aprovecharon ya que se podía tocar sin riesgo de fugas de aire.


El nuevo sistema presenta numerosas ventajas entre las que destaca una mayor facilidad técnica y un mejor resultado acústico.

Aparte de los perfeccionamientos musicales, se logra un mejor sentido de la estética, siendo más bonito y elegante que los conocidos hasta entonces.

 

 

 

 

 

 

 

 

Oether y el Sistema Aleman

 


 

 

El clarinete de Müller sirvió de base para que después de unas mejoras, apareciese el que hoy conocemos por el sistema alemán.


Kart Bärman fue quién aportó la primera mejora importante en el instrumento de Müller. Prolongó algunas llaves para que pudieran ser accionadas por distintos dedos y duplicó algunas otras formas que pudiesen ser utilizados por ambas manos.

Barman perfeccionó también la sonoridad de algunas notas utilizando llaves de anillas.


En el silo XIX, Stark adoptó algunas ventajas del sistema francés (Klose-Boehm) al clarinete de Müller.


La evolución seguida por el clarinete de Müller hasta su forma final que existe en la actualidad en Alemania se debe a los trabajos realizados por Oscar Oehler. Este instrumentista modificó la posición y la forma de casi todas las llaves hasta que las adoptó perfectamente a las manos de clarinetista, y mejoró notablemente la acústica del clarinete.


La sonoridad de este sistema Oehler o alemán es oscura y a la vez penetrante, al contrario del francés, que se inclina hacia un timbre más refinado y brillante, siguiendo con el sistema de boquilla más larga y a la vez más estrecha que la francesa, y la lengüeta más corta y gruesa, sujetándola a la boquilla por medio de un cordón.

 

 

 

Sistema Romero

 

 

Poco después que Buffet y Klose acoplaran el sistema Boehm al clarinete, en España, A. Romero (1815-1186) profesor del Conservatorio de Madrid, estudió e ideó un nuevo modelo de clarinete.


Mediante la ayuda de Buffet y Lefebre, presento en 1861 en la Exposición Universal de París su nuevo clarinete, obteniendo un gran éxito.


El clarinete de Romero pretendía obtener principalmente, una mayor igualdad, en cantidad y calidad, en todos los sonidos; tocar en todos los tonos sin problemas de afinación, y evitar las digitaciones insuperables.


Este clarinete sufrió un mecanismo complicado, por lo que llevó a Romero a realizar algunas modificaciones.


Por último hizo prolongar el pabellón y poner en el una nueva llave abierta, la que cerraba con el dedo meñique de la mano derecha, lo cual produce el MI bemol grave, con cuya mejora se puede ejecutar con el clarinete en SI bemol toda la música escrita por los clarinetes en DO o en LA, haciendo los correspondientes transportes, desapareciendo así la necesidad molesta, costosa y perjudicial de emplear en las orquestas clarinetes en diferentes tonos.

LA FAMILIA DE LOS CLARINETES

 








Clarinete en La b. Requinto



Este pequeño clarinete es el más chillón de la familia. Debido a su pequeño tamaño ocasiona grandes dificultades técnicas. Se suele emplear en las bandas militares de Austria. Su extensión: del Mi 2 al Do 5

 

Clarinete en Fa. Requinto

 

Ha sido sustituido completamente por el afinado en Mi b. Sus timbres eran agrios y chillones, siendo su sonoridad bastante desagradable.

 




Clarinete en Mi b. Requinto



Es el más importante de la familia de los requintos, su sonoridad es brillante y expresiva, y consigue una aceptable afinación en sus notas agudas.

Muchos han sido los compositores que han incluido al requinto en Mi b en sus obras como es el ejemplo de Berlioz en su Sinfonía Fantástica, Ravel en Dafnis y Cloe y en su Bolero, R. Strauss en Till Eulenspiegel, Stravinsky en la Consagración de la Primavera, etc.

Su extensión es: del Mi 2 al Do 5, se puede decir que es un enlace perfecto de la gama progresiva de sonidos ascendentes del clarinete soprano.

 

Clarinete en Re. Requinto

 

Es el más primitivo del grupo de los requintos. Su sonoridad es dura y poco distinguida, por lo que es poco utilizada en la orquesta.

Su extensión es: del Mi 2 al Sol 5, sus notas agudas resultan desagradables.

 

Clarinete en Do. Soprano

 

Es el más antiguo del grupo de los sopranos y el más primitivo de la orquesta. Hoy en día esta completamente en desuso, pero ha sido utilizado por varios compositores: Rossini, Verdi Beriloz, etc.

Su extensión es: del Mi 2 al Sol 5

 

Clarinete en Si. Soprano

 

Es de una sonoridad poco brillante y pastosa. No ha sido utilizado desde los tiempos de Mozart. Su extensión es la misma que el afinado en Do.

 

Clarinete en Si b. Soprano



Es el clarinete por excelencia de entre la familia de los clarinetes y el más utilizado en todas las composiciones. Fácil de emisión y sonoridad pastosa por los graves, por el registro medio es penetrante y clara, siendo el registro sobreagudo el más difícil.

Su extensión es: del Mi o Mi b 2 al Do 6

 

Clarinete en La. Soprano

 

Tiene una sonoridad muy aterciopelada y dulce, de gran pastosidad. Es bastante utilizado como solista en la orquesta y música de cámara.

Los compositores que más utilizaron este instrumento, tanto en composiciones orquestales como en conciertos y música de cámara fueron: Mozart. Beethoven, Weber, Mendelsson, Schuman y Brahms.

Su extensión es la misma que el afinado en Si b

 

Clarinete en Fa y en Sol. De Amor


 

Su tubo era bastante largo (85,5 cm. aprox.), y algo encurvado, el pabellón era parecido al de el Corno Ingles de nuestro tiempo, lo que le daba una sonoridad más velada y misteriosa.

Los historiadores atribuyen su invención a Francois Francoer en 1772, a J. Benjamín de Laborde y J.A.A. Tuerlinckcc, aunque parece ser que fue P. Piana de Milan en el siglo XVIII.

El Clarinete de Amor fue utilizado por primera vez en la ópera Themis-todes, de J. Ch. Bach hacia el año 1772. En los Países Bajos lo seguían empleando hacia 1800. En la actualidad ya no se utiliza.

 

Clarinete en Fa y Mi b. Alto


                        
Este clarinete fue inventado por Müller, con las mismas formas y extensión que el clarinete soprano, pero con la particularidad de tener el pabellón encorvado. Está dotado de una bella sonoridad grave




Clarinete Contralto en Fa. Corno Di Bassetto


 

Está afinado en Fa, una cuarta por debajo del clarinete en Si b y su extensión grave es mucho más amplia. Su tubo era de gran longitud y de forma muy curvada con el fin de que el ejecutante tuviera al alcance las siete llaves de que disponía. Su forma sufrió constantes modificaciones, construyéndose posteriormente igual que el clarinete bajo.

Mozart fue quien mas escribió para este instrumento.

Su extensión es: Del Do 2 al Sol 5

 

Clarinete en Mi b. Contralto

 

Este clarinete es más grave que el Corno di Bassetto; parece ser que no ha sido usado en la orquesta, pero si en las bandas de música, sobretodo en Inglaterra.

 

Su extensión es: del Mi 2 al Sol 5

     

  

Clarinete Bajo en Do. GliciBarífono

 

Es de doble columna de aire dispuestas paralelamente y su pabellón vertical. Tiene 22 agujeros, de ellos, siete con llaves abiertas y diez con llaves cerradas, los cinco restantes se tapaban directamente sobre el cuerpo del instrumento; el pabellón y el barrilete son de latón y las piezas restantes de madera. Buffet lo construyo con el fin de dar la octava grave del clarinete soprano afinado en Do.

 

 

Clarinete En Si b. Bajo


 

La historia del clarinete bajo empieza en Guilles Lot, fabricante de instrumentos de viento de Paris, que construyó dicho instrumento en 1772 con nombre de “Bassetube”.

Independientemente se este hecho, algunos instrumentistas como Grenser, Dacosta, Dumas, Papalini, construyen instrumentos parecidos, pero A. Sax en 1836 quien perfecciona este instrumento y le da la forma actual. Además difiere mucho de su antigua forma, ya que para evitar un tubo largo de difícil manejo, el extremo inferior se curva hacia arriba mientras el extremo superior se continua con un tubo doblado hacia abajo, de manera que la boquilla quede al alcance del ejecutante sin ninguna posición forzada.

Posteriormente se continúan las innovaciones; en 1838 Chiaravalli intenta reducir la longitud de instrumento dando al tubo la forma de zig-zag, pero sin éxito.

La extensión de estos clarinetes es: del Mi 2 al Sol 5

Aunque últimamente se fabrican instrumentos que llegan al Do 2

 

Suena una octava mas grave que el clarinete soprano en Si bemol.

En las composiciones orquestales existen dos formas de notación para el clarinete bajo: el francés que emplea la clave de Sol en segunda línea, y el alemán que emplea la clave de Fa en cuarta línea.

Algunos compositores rusos mezclan el sistema francés y el alemán: las notas graves par la clave de Fa en cuarta línea y las agudas para la clave de Sol en segunda.

 



Clarinete en La. Bajo

 

Este fue construido en el siglo XIX; es muy parecido al afinado en Si bemol y ha sido reemplazado por este ultimo.

R. Wagner lo emplea como solista en su opera Lohengrin.

El clarinete bajo es una perfecta cotinuacion hacia los sonidos graves de los clarinetes sopranos afinados en Do, Si b y La.

 

Clarinete en Fa. Contrabajo

 

Fue inventado en 1840 por el fabricante del instrumento del cuerpo real de Berlin E. Skorra.

  

 

Clarinete Contrabajo En Mi b Guerrero


 

Fue fabricado en Paris por Dumas, en 1808 y le dio la denominación de Guerrero.

 

 

Clarinete Contrabajo en Do. Batyphon y Pedal

 

Fue inventado en 1839 por J.F. Uwieprecht, director de la guardia real de Prusia y lo denominó Batyphon. Su forma recordaba el Fagot y sus agujeros estaban todos tapados con llaves.

Fontaine-Besson, de Paris; idean en 1839 un clarinete contrabajo que lo llamarían Pedal. Este clarinete ha sido muy poco usado porque requería mucha fuerza para producir la octava grave del Contrabajo de cuerda de la orquesta. No obstante, es utilizado en grandes orquestas para buscar sensaciones sonoras especiales y también como experiencia tímbrica en la música de vanguardia.

Este clarinete Contrabajo Pedal fue también reformado y construido por Khol en Nueva York, y Evette, Schaeffer y Leblanc en Paris.

Su extensión es: del Mi 1 al Re 3

 

 


Clarinete Contrabajo En Si b. Bordón




Este instrumento data de los primeros años del siglo XIX. Su invento y perfeccionamiento se debe a A. Sax, quien lo denomino Bordón.

Su tubo mide alrededor de 2.76m., su forma es algo parecida a la del Fagot, y suena una octava grave del clarinete bajo en Si b. Es en realidad un instrumento de banda de música, pero aparece en partituras orquestales modernas, como en “Fervaal” de d`Indy, “La leyenda de José” de Strauss, “Gurrelieder” de Schomberg, etc…

 

De todos los instrumentos citados, los únicos que hacen oír las notas escritas son los afinados en Do, a pesar de que son los que menos se usan; todos los demás son transpositores, ejecutan la composición en una tonalidad diferente.

 

 

PARTES DEL CLARINETE


 

 

 

La boquilla

La caña o lengüeta

Puesta a punto y restaurado de las cañas.

El barrilete

El cuerpo y engrase del taladro

El pabellón o campana

Llaves y anillos

Los corchos

Las zapatillas

El soporte-pulgar

Las espigas

Pivotes, tornillos y muelles

La abrazadera

El estuche de la boquilla o boquillero

 

 

       

   

  

LA BOQUILLA

 

La boquilla del clarinete es la parte que se introduce en la boca del ejecutante, y donde va acoplada la lengüeta que mediante el aire produce las primeras vibraciones sonoras.

La diferencia de unas boquillas a otras está en la abertura, la tabla, las paredes, el techo y los bordes de la misma; la parte exterior forma una especie de bisel para comodidad del embocamiento.

La abertura de la boquilla, desde que empieza hasta el extremo, puede situarse entre 9,5 y 25,5 m., y la distancia de la punta de la caña en reposo a la boquilla de 0,15 a 1,3 mm.

La tabla tiene que estar perfectamente plana, ya que la lengüeta se asienta allí. Entre la tabla y la lengüeta no debe penetrar humedad alguna, ya que haría que se hinchara la lámina de la lengüeta.

Algunos fabricantes afirman que debe haber un ligero hueco en medio de la tabla para que la lengüeta se abra, dándole más vida. Esta afirmación es difícil de probar, por lo que me inclino más hacia una tabla completamente plana.

El techo puede ser de dos formas: si el techo es plano el sonido es claro y si es curvado será más oscuro; igual ocurre con las paredes: si los bordes son gruesos dificultan la vibración de la caña, y si son muy finos impiden un batimiento sólido restando fuerza a la lengüeta.

El material con que están construidas las boquillas, juega también un papel importante, pudiéndolas encontrar hoy en día de ebonita, vidrio o cristal, metal y plástico.

La mayoría de clarinetistas utilizan la boquilla de ebonita (caucho endurecido) ya que se consigue un sonido más fino y puro que con cualquier otro material.

Las boquillas de cristal obtienen un sonido más apagado o sordo y presentan el inconveniente de que su puesta en acción es más lenta, o sea, que tardan más en calentarse. De todas formas hay excelentes clarinetistas que utilizan este tipo de boquillas.

Las boquillas metálicas (chapadas) especialmente e plata u oro producen un sonido duro y brillante, presentando también el inconveniente, de ser muy pesadas. Actualmente se construyen boquillas de ebonita con la tabla o lámina de metal, produciendo un agradable sonido, fácil de emitir, cálido y de control sencillo.

Hoy en día, con la gran cantidad y forma de boquillas, los clarinetistas pueden elegir la más conveniente de acuerdo con sus facultades, teniendo siempre en cuenta una buena emisión, flexibilidad y sonoridad.

 


LA CAÑA O LENGÜETA



 La lengüeta es un trozo de caña llamado Arundo Donax, que se encuentra en diversos puntos del Mediterráneo (Italia, Francia y España) y va acoplada a la boquilla, produciendo mediante el aire las primeras vibraciones sonoras.

 

La elaboración tradicional de las lengüetas es tarea algo difícil. Las cañas destinadas a la fabricación de lengüetas son cortadas en el mes de junio, seguidamente deberán permanecer de dos a tres años al sol para su completo secado, dándoles cada día una cuarta parte e vuelta. Una vez adquiera un color amarillento, pasará a disposición de las fábricas. Hoy en día, dada la demanda que existe, el secado se realiza en hornos especiales, consiguiendo resultados parecidos.

El método de cortado empleado en las fábricas para dar a la lengüeta su forma final, suele ser secreto; puede realizarse con la ayuda de diamantes rotativos. La solidez definitiva de las lengüetas no depende únicamente de las dimensiones que se es da, ya que la densidad de la caña no es igual en toda su extensión, por lo que la clasificación por su dureza es tarea algo imprecisa.

La caña Arundo Donax, está compuesta por una serie de pequeñísimos tubos vacíos llamados “fibras”; los cuales están unidos por una sustancia más blanda que absorbe humedad y forma la superficie en la que las fibras vibran.

Las cañas, desde que se fabrican hasta que se tocan por primera vez, están expuestas con frecuencia (como todas las maderas) a grandes cambios de humedad y temperatura, ofreciendo gran tendencia a la deformación. Las sustancias químicas de la saliva también actúan en la estructura ínter fibrosa de la caña, lo que la lleva a un prematuro desgaste.

 

 

 

 

PUESTA A PUNTO Y RESTAURADO DE LAS CAÑAS

 

Una caña a la que se le haga una puesta a punto o “reclaje” inicial, mantendrá sus condiciones óptimas por un tiempo incomparablemente más largo.

Todas las cañas deben empezarse a utilizar poco a poco, tocándolas el primer día unos pocos minutos (en toda la extensión del instrumento) secando suavemente el exceso de saliva, y dejándola secar y descansar posteriormente en una superficie plana y pulida, debiendo repetir esta operación durante los primeros días, aumentando progresivamente el tiempo.

Algunas veces, las cañas débiles se ondulan en la punta cada vez que se las vuelve a humedecer. Esto es debido a que las fibras no absorben humedad por igual en toda su extensión.

Una vez la caña ofrezca garantías de ser utilizada, el instrumentista debe buscar la forma de cortar o rebajar la lengüeta para que responda según a sus necesidades. Para hacer esto, se deberán respetar algunas reglas elementales:

La primera de ellas consiste en no tocar nunca la cresta, a no ser que la resistencia floral sea verdaderamente excesiva, ya que la cresta hace papel de “columna vertebral”.

Si es demasiado blanda, se deberá cortar progresivamente y las veces que hagan falta la extremidad superior, con un corta-cañas especial. Este procedimiento resulta muchas veces inútil, ya que la caña fina o blanda, pocas veces se puede reforzar.

Las cañas fuertes o duras pueden ser de dos formas: las que de por sí son duras para que los labios puedan empujarlas contra la lámina de la boquilla y las que ofrecen resistencia en la emisión. Estos inconvenientes se pueden solucionar raspando poco a poco y con una navaja o raspador adecuado la superficie de la lengüeta.

Las superficies siguientes deben tenerse siempre en cuenta:

 

 

 

En el raspado es importante guardar el equilibrio entre los dos lados:

Raspando esta zona se facilita la emisión a la vez que se suavizan las cañas estridentes o chillonas.

En esta superficie se encuentra el problema del cierre por la embocadura. Dureza en general.

 Raspando con delicadeza esta zona se puede ajustar el timbre, sobre todo si es un sonido oscuro o apagado.

El último problema es el secado de la lengüeta durante su utilización. Algunos instrumentistas las quitan de la boquilla y las colocan en los portacajas especiales que mantienen la uniformidad de su superficie. Otros las dejan en la boquilla sin secar, obteniendo buenos resultados, pero acortan la vida de la caña por la acumulación de saliva y suciedad. Yo me inclino más por secar suavemente la caña y colocarla con cuidado en la misma posición que estaba anteriormente. Si se seca completamente, se “Acartona”; y rara vez vuelve a su aspecto anterior, lo aconsejable es humedecerla ligeramente antes de guardarla.

 


EL BARRILETE





Es una pieza cilíndrica, abultada ligeramente en el exterior, y realiza la función de “alargamiento de boquilla”. Antiguamente los clarinetes no lo tenían, algunos poseían una boquilla más larga y otros un simple prolongamiento del cuerpo superior. El barrilete es una pieza importante, ya que tirando de él se produce un alargamiento del tubo, lo que lógicamente, hace bajar el diapasón del instrumento. Si es mucha la diferencia a cubrir, con este procedimiento, se recomienda cambiar el barrilete por otro más largo.

Existen distintos tamaños que oscilan entre 64 y 67 mm aproximadamente. La calidad sonora del instrumento depende en una parte del material y espesor del barrilete.

Parece ser que el barrilete ligero, da una sonoridad fácil y clara mientras que con otro más pesado produce un sonido más sombrío y lleno.

 


EL CUERPO Y ENGRASE DEL TALADRO



 

Esta pieza es la que nos puede presentar mayores problemas. Es de forma cilíndrica y cónica a la vez, ensanchándose ligeramente hacia el pabellón o campana. El secreto de esta pieza está en la perforación de manera que evite la acumulación de agua y en mayor caso las roturas de la madera. Es por este problema y por el hábil manejo por lo que ya no se suelen construir cuerpos de una sola pieza.

La madera empleada es casi siempre “granadina”, un ébano africano bastante denso. A pesar de utilizar aceite y otras sustancias en su tratamiento de construcción esta madera sufre a menudo la desgracia de la rotura, por lo que es aconsejable engrasar de vez en cuando el cuerpo con un aceite adecuado. No es conveniente abusar de este procedimiento porque se puede producir una acumulación de aceite en el taladro del instrumento, formando una capa que impida una buena resonancia y una alteración en a dimensión de los agujeros.

A pesar del buen engrase que consiga una buna impermeabilidad a la humedad, y un buen cuidado del instrumento, puede producirse alguna rotura que suponga un hecho irreparable, pero no cabe duda que este procedimiento ayuda a evitarlo.

 

 

EL PABELLÓN O CAMPANA



La forma, el peso y la densidad del pabellón del clarinete desempeñan un papel importante. Esta pieza tiene por misión el igualar el sonido y aumentar la resonancia, sobre todo de las notas más graves, dando a la vez a sus duodécimas pureza y calidad. El anillo que lo rodea no afecta apenas a la sonoridad pero constituye, sin embargo, una buena protección para el borde del pabellón.

 


LLAVES Y ANILLOS

 

La función de las llaves es de hacer variar la largura del tubo en un momento dado. Las llaves ayudan a los dedos a tapar los agujeros especialmente donde estos no llegan, es decir, son una prolongación de los dedos de los cuales salen unas palancas que abren o cierran unos agujeros que están fuera de su alcance. El gran número de llaves empleadas en el clarinete moderno tienen por objeto “multiplicar” el número de dedos, necesarios para cubrir la gran cantidad de agujeros que ahora existen en el tubo.

Una buena colocación y medida de estas llaves permiten al clarinete un hábil manejo del instrumento. Generalmente están hechas de níquel y latón, adquiriendo más fuerza con el baño que las recubre.

Los baños pueden ser de tres tipos: níquel (fino o grueso), plata y oro.

También se suele utilizar el cromo, pero no tanto como los anteriores.

La llave se divide en: espátula, o parte donde se coloca la zapatilla, y el vástago o tornillo con pivote. T. BOEHM. Con ellos, un dedo puede cerrar un agujero, accionando así mismo otra llave que cubre un agujero distinto a cierta distancia.

 


LOS CORCHOS

 

Los corchos son imprescindibles en el mecanismo del instrumento. Al accionar las llaves, estos corchos evitan que se produzcan ruidos o efectos percusivos no deseados. El espesor de estos corchos es importante, ya que aumentándolo o disminuyéndolo se pueden alterar la elevación de una llave dada, y al depender unas de otras puede modificar la nivelación general del mecanismo de las llaves.

 


LAS ZAPATILLAS



Están colocadas en la espátula de la llave y su misión es la que realiza la yema de los dedos. Una zapatilla tiene que conseguir una buena impermeabilidad, estabilidad, buena resonancia, silencio y durabilidad.

En la actualidad se utilizan de varios materiales, especialmente de plástico. Cuero, piel, corcho, etc… Las más utilizadas están formadas por tres partes: una base de cartón fino; un fieltro de espesor adecuado a su tamaño; y un plástico o cuero fino de tripa que recubre el fieltro y el cartón pegándose a él.

La colocación de la zapatilla puede presentar problemas, ya que una mala colocación puede producir un escape de aire o un desajuste general.

 


EL SOPORTE-PULGAR

 

Este utensilio, aunque no lo parezca, tiene una gran importancia, ya que su mala colocación permitiría unas malas digitaciones y un inútil cansancio.

En el siglo XVIII, los primeros clarinetes no estaban provistos de él, porque sus pesos ligeros permitían con bastante facilidad apoyar el dedo pulgar sin ayuda suplementaria. Por otro lado, durante los primeros años, el dedo pulgar fue destinado para acomodarse en la tercera llave. Con Müller y sus contemporáneos fue liberado, representando no sólo una ventaja sino también una comodidad, ya que la evolución del instrumento y sus llaves incrementaron su peso, haciendo de esta innovación una necesidad.

La mayoría de los clarinetes actuales no presentan ningún inconveniente ya que su soporte es regulable, pudiendo graduarse según las necesidades.

 

 

 

 LAS ESPIGAS

 

El montaje del clarinete se efectúa gracias a cuatro espigas que se adaptan a cuatro empalmes. Esta subdivisión es debida a razones prácticas y económicas. De esta forma se facilita una mejora de su limpieza y acoplamiento en un maletín reducido, evitando también para su fabricación la necesidad de utilizar leños de madera de dimensiones mayores, y en caso de rotura de la madera, facilitar la sustitución por otro, exclusivamente de la pieza dañada.

 

 

La espiga está rodeada por corcho, el cual tiene que ser fino y no poroso, constantemente engrasado por sustancias adecuadas de forma que imposibiliten las fugas de aire, Si se engrasa demasiado puede provocar un giro inesperado que desnivele las llaves.

Actualmente se acopla un aro metálico al borde de las espigas, así como a su acoplamiento, con el fin de resguardar éstos de cualquier percance.

 


PIVOTES, TORNILLOS Y MUELLES

 

Los pivotes de forma esférica tienen por misión sujetar las llaves por medio de tornillos (cónicos o cilíndricos), alojándose en la mayoría, distintos muelles o resortes de aguja. Van enroscados dentro de la madera, lo que supone que cualquier golpe o roce puede producir una desgracia para el instrumento.

El clarinetista debe cuidar cualquier holgura o rozadura que pudiera entorpecer el mecanismo del instrumento, sobretodo engrasando ligeramente los puntos de apoyo, así como los tornillos y muelles.

El clarinete tiene dos tipos de muelles: los de aguja y los de ballesta.

Los primeros son simplemente una aguja normalmente de acero sólido y son los mas empleados. Los segundos o de ballesta sólo se utilizan en el cuerpo superior, y suelen ser un total de siete. Tienen forma encorvada y delgada, estando fijada a una de sus extremidades por un tornillo debajo de la llave; la otra se extiende por debajo del eje hacia el dedo y penetra en una mueca a menudo forrada de metal. Estos muelles-básculas se utilizan para accionar las llaves cerradas, por lo cual su fuerza tiene que ser mayor que los de aguja, para evitar escapes de aire en el agujero.

 


LA ABRAZADERA

 

La abrazadera es un elemento a tomar en cuenta para conseguir una mejor emisión y flexibilidad en el sonido. Antiguamente se utilizaba un cordel para sujetar la caña sobre la boquilla, fue Muller en 1815 quien sustituyó éste por la abrazadera de metal. Hoy en día se sigue utilizando el sistema del cordel en algunos lugares sobretodo en Alemania.

Existen abrazaderas de varias formas y materiales, como pueden ser las de metal, plástico, cuero, etc., presentando cada una de ellas sus virtudes y defectos. La lengüeta o “caña” debe estar bien sujeta a la boquilla pero sin agarrotamiento.

Particularmente pienso que la elección entre los diversos tipos de abrazaderas, debe quedar siempre a libre elección y preferencias personales de cada clarinetista.