La boquilla
La caña o lengüeta
Puesta a punto y restaurado de las cañas.
El barrilete
El cuerpo y engrase del taladro
El pabellón o campana
Llaves y anillos
Los corchos
Las zapatillas
El soporte-pulgar
Las espigas
Pivotes, tornillos y muelles
La abrazadera
El estuche de la boquilla o boquillero
LA BOQUILLA
La boquilla del clarinete es la parte que se
introduce en la boca del ejecutante, y donde va acoplada la lengüeta que
mediante el aire produce las primeras vibraciones sonoras.
La diferencia de unas boquillas a otras está
en la abertura, la tabla, las paredes, el techo y los bordes de la misma; la
parte exterior forma una especie de bisel para comodidad del embocamiento.
La abertura de la boquilla, desde que empieza
hasta el extremo, puede situarse entre 9,5 y 25,5 m., y la distancia de la
punta de la caña en reposo a la boquilla de 0,15 a 1,3 mm.
La tabla tiene que estar perfectamente plana,
ya que la lengüeta se asienta allí. Entre la tabla y la lengüeta no debe
penetrar humedad alguna, ya que haría que se hinchara la lámina de la lengüeta.
Algunos fabricantes afirman que debe haber un
ligero hueco en medio de la tabla para que la lengüeta se abra, dándole más
vida. Esta afirmación es difícil de probar, por lo que me inclino más hacia una
tabla completamente plana.
El techo puede ser de dos formas: si el techo
es plano el sonido es claro y si es curvado será más oscuro; igual ocurre con
las paredes: si los bordes son gruesos dificultan la vibración de la caña, y si
son muy finos impiden un batimiento sólido restando fuerza a la lengüeta.
El material con que están construidas las
boquillas, juega también un papel importante, pudiéndolas encontrar hoy en día
de ebonita, vidrio o cristal, metal y plástico.
La mayoría de clarinetistas utilizan la
boquilla de ebonita (caucho endurecido) ya que se consigue un sonido más fino y
puro que con cualquier otro material.
Las boquillas de cristal obtienen un sonido
más apagado o sordo y presentan el inconveniente de que su puesta en acción es
más lenta, o sea, que tardan más en calentarse. De todas formas hay excelentes
clarinetistas que utilizan este tipo de boquillas.
Las boquillas metálicas (chapadas) especialmente
e plata u oro producen un sonido duro y brillante, presentando también el
inconveniente, de ser muy pesadas. Actualmente se construyen boquillas de
ebonita con la tabla o lámina de metal, produciendo un agradable sonido, fácil
de emitir, cálido y de control sencillo.
Hoy en día, con la gran cantidad y forma de
boquillas, los clarinetistas pueden elegir la más conveniente de acuerdo con
sus facultades, teniendo siempre en cuenta una buena emisión, flexibilidad y
sonoridad.
LA CAÑA O LENGÜETA
La lengüeta es un trozo de caña llamado
Arundo Donax, que se encuentra en diversos puntos del Mediterráneo (Italia,
Francia y España) y va acoplada a la boquilla, produciendo mediante el aire las
primeras vibraciones sonoras.
La elaboración tradicional de las lengüetas
es tarea algo difícil. Las cañas destinadas a la fabricación de lengüetas son
cortadas en el mes de junio, seguidamente deberán permanecer de dos a tres años
al sol para su completo secado, dándoles cada día una cuarta parte e vuelta. Una
vez adquiera un color amarillento, pasará a disposición de las fábricas. Hoy en
día, dada la demanda que existe, el secado se realiza en hornos especiales,
consiguiendo resultados parecidos.
El método de cortado empleado en las fábricas
para dar a la lengüeta su forma final, suele ser secreto; puede realizarse con
la ayuda de diamantes rotativos. La solidez definitiva de las lengüetas no
depende únicamente de las dimensiones que se es da, ya que la densidad de la
caña no es igual en toda su extensión, por lo que la clasificación por su
dureza es tarea algo imprecisa.
La caña Arundo Donax, está compuesta por una
serie de pequeñísimos tubos vacíos llamados “fibras”; los cuales están unidos
por una sustancia más blanda que absorbe humedad y forma la superficie en la
que las fibras vibran.
Las cañas, desde que se fabrican hasta que se
tocan por primera vez, están expuestas con frecuencia (como todas las maderas)
a grandes cambios de humedad y temperatura, ofreciendo gran tendencia a la
deformación. Las sustancias químicas de la saliva también actúan en la
estructura ínter fibrosa de la caña, lo que la lleva a un prematuro desgaste.
PUESTA A PUNTO Y RESTAURADO DE LAS CAÑAS
Una caña a la que se le haga una puesta a
punto o “reclaje” inicial, mantendrá sus condiciones óptimas por un tiempo
incomparablemente más largo.
Todas las cañas deben empezarse a utilizar
poco a poco, tocándolas el primer día unos pocos minutos (en toda la extensión
del instrumento) secando suavemente el exceso de saliva, y dejándola secar y
descansar posteriormente en una superficie plana y pulida, debiendo repetir
esta operación durante los primeros días, aumentando progresivamente el tiempo.
Algunas veces, las cañas débiles se ondulan
en la punta cada vez que se las vuelve a humedecer. Esto es debido a que las
fibras no absorben humedad por igual en toda su extensión.
Una vez la caña ofrezca garantías de ser
utilizada, el instrumentista debe buscar la forma de cortar o rebajar la
lengüeta para que responda según a sus necesidades. Para hacer esto, se deberán
respetar algunas reglas elementales:
La primera de ellas consiste en no tocar
nunca la cresta, a no ser que la resistencia floral sea verdaderamente
excesiva, ya que la cresta hace papel de “columna vertebral”.
Si es demasiado blanda, se deberá cortar
progresivamente y las veces que hagan falta la extremidad superior, con un
corta-cañas especial. Este procedimiento resulta muchas veces inútil, ya que la
caña fina o blanda, pocas veces se puede reforzar.
Las cañas fuertes o duras pueden ser de dos
formas: las que de por sí son duras para que los labios puedan empujarlas
contra la lámina de la boquilla y las que ofrecen resistencia en la emisión.
Estos inconvenientes se pueden solucionar raspando poco a poco y con una navaja
o raspador adecuado la superficie de la lengüeta.
Las superficies siguientes deben tenerse
siempre en cuenta:
En el raspado es importante guardar el
equilibrio entre los dos lados:
Raspando esta zona se facilita la emisión a
la vez que se suavizan las cañas estridentes o chillonas.
En esta superficie se encuentra el problema
del cierre por la embocadura. Dureza en general.
Raspando con delicadeza esta zona se
puede ajustar el timbre, sobre todo si es un sonido oscuro o apagado.
El último problema es el secado de la
lengüeta durante su utilización. Algunos instrumentistas las quitan de la
boquilla y las colocan en los portacajas especiales que mantienen la
uniformidad de su superficie. Otros las dejan en la boquilla sin secar,
obteniendo buenos resultados, pero acortan la vida de la caña por la
acumulación de saliva y suciedad. Yo me inclino más por secar suavemente la
caña y colocarla con cuidado en la misma posición que estaba anteriormente. Si
se seca completamente, se “Acartona”; y rara vez vuelve a su aspecto anterior,
lo aconsejable es humedecerla ligeramente antes de guardarla.
EL BARRILETE
Es una pieza cilíndrica, abultada ligeramente en el exterior, y realiza la función de “alargamiento de boquilla”. Antiguamente los clarinetes no lo tenían, algunos poseían una boquilla más larga y otros un simple prolongamiento del cuerpo superior. El barrilete es una pieza importante, ya que tirando de él se produce un alargamiento del tubo, lo que lógicamente, hace bajar el diapasón del instrumento. Si es mucha la diferencia a cubrir, con este procedimiento, se recomienda cambiar el barrilete por otro más largo.
Existen distintos tamaños que oscilan entre
64 y 67 mm aproximadamente. La calidad sonora del instrumento depende en una
parte del material y espesor del barrilete.
Parece ser que el barrilete ligero, da una
sonoridad fácil y clara mientras que con otro más pesado produce un sonido más
sombrío y lleno.
EL CUERPO Y ENGRASE DEL TALADRO
Esta pieza es la que nos puede presentar
mayores problemas. Es de forma cilíndrica y cónica a la vez, ensanchándose
ligeramente hacia el pabellón o campana. El secreto de esta pieza está en la
perforación de manera que evite la acumulación de agua y en mayor caso las
roturas de la madera. Es por este problema y por el hábil manejo por lo que ya
no se suelen construir cuerpos de una sola pieza.
La madera empleada es casi siempre
“granadina”, un ébano africano bastante denso. A pesar de utilizar aceite y
otras sustancias en su tratamiento de construcción esta madera sufre a menudo
la desgracia de la rotura, por lo que es aconsejable engrasar de vez en cuando
el cuerpo con un aceite adecuado. No es conveniente abusar de este
procedimiento porque se puede producir una acumulación de aceite en el taladro
del instrumento, formando una capa que impida una buena resonancia y una
alteración en a dimensión de los agujeros.
A pesar del buen engrase que consiga una buna
impermeabilidad a la humedad, y un buen cuidado del instrumento, puede
producirse alguna rotura que suponga un hecho irreparable, pero no cabe duda
que este procedimiento ayuda a evitarlo.
EL PABELLÓN O CAMPANA
La forma, el peso y la densidad del pabellón
del clarinete desempeñan un papel importante. Esta pieza tiene por misión el
igualar el sonido y aumentar la resonancia, sobre todo de las notas más graves,
dando a la vez a sus duodécimas pureza y calidad. El anillo que lo rodea no
afecta apenas a la sonoridad pero constituye, sin embargo, una buena protección
para el borde del pabellón.
LLAVES Y ANILLOS
La función de las llaves es de hacer variar
la largura del tubo en un momento dado. Las llaves ayudan a los dedos a tapar
los agujeros especialmente donde estos no llegan, es decir, son una
prolongación de los dedos de los cuales salen unas palancas que abren o cierran
unos agujeros que están fuera de su alcance. El gran número de llaves empleadas
en el clarinete moderno tienen por objeto “multiplicar” el número de dedos,
necesarios para cubrir la gran cantidad de agujeros que ahora existen en el
tubo.
Una buena colocación y medida de estas llaves
permiten al clarinete un hábil manejo del instrumento. Generalmente están
hechas de níquel y latón, adquiriendo más fuerza con el baño que las recubre.
Los baños pueden ser de tres tipos: níquel
(fino o grueso), plata y oro.
También se suele utilizar el cromo, pero no
tanto como los anteriores.
La llave se divide en: espátula, o parte
donde se coloca la zapatilla, y el vástago o tornillo con pivote. T. BOEHM. Con
ellos, un dedo puede cerrar un agujero, accionando así mismo otra llave que
cubre un agujero distinto a cierta distancia.
LOS CORCHOS
Los corchos son imprescindibles en el
mecanismo del instrumento. Al accionar las llaves, estos corchos evitan que se
produzcan ruidos o efectos percusivos no deseados. El espesor de estos corchos
es importante, ya que aumentándolo o disminuyéndolo se pueden alterar la
elevación de una llave dada, y al depender unas de otras puede modificar
la nivelación general del mecanismo de las llaves.
LAS ZAPATILLAS
Están colocadas en la espátula de la llave y
su misión es la que realiza la yema de los dedos. Una zapatilla tiene que
conseguir una buena impermeabilidad, estabilidad, buena resonancia, silencio y
durabilidad.
En la actualidad se utilizan de varios
materiales, especialmente de plástico. Cuero, piel, corcho, etc… Las más
utilizadas están formadas por tres partes: una base de cartón fino; un
fieltro de espesor adecuado a su tamaño; y un plástico o cuero fino de tripa
que recubre el fieltro y el cartón pegándose a él.
La colocación de la zapatilla puede presentar
problemas, ya que una mala colocación puede producir un escape de aire o un
desajuste general.
EL SOPORTE-PULGAR
Este utensilio, aunque no lo parezca, tiene
una gran importancia, ya que su mala colocación permitiría unas malas
digitaciones y un inútil cansancio.
En el siglo XVIII, los primeros clarinetes no
estaban provistos de él, porque sus pesos ligeros permitían con bastante
facilidad apoyar el dedo pulgar sin ayuda suplementaria. Por otro lado, durante
los primeros años, el dedo pulgar fue destinado para acomodarse en la tercera
llave. Con Müller y sus contemporáneos fue liberado, representando no sólo una
ventaja sino también una comodidad, ya que la evolución del instrumento y sus
llaves incrementaron su peso, haciendo de esta innovación una necesidad.
La mayoría de los clarinetes actuales no
presentan ningún inconveniente ya que su soporte es regulable, pudiendo
graduarse según las necesidades.
LAS ESPIGAS
El montaje del clarinete se efectúa gracias a
cuatro espigas que se adaptan a cuatro empalmes. Esta subdivisión es debida a
razones prácticas y económicas. De esta forma se facilita una mejora de su
limpieza y acoplamiento en un maletín reducido, evitando también para su
fabricación la necesidad de utilizar leños de madera de dimensiones mayores, y
en caso de rotura de la madera, facilitar la sustitución por otro,
exclusivamente de la pieza dañada.
La espiga está rodeada por corcho, el cual
tiene que ser fino y no poroso, constantemente engrasado por sustancias
adecuadas de forma que imposibiliten las fugas de aire, Si se engrasa demasiado
puede provocar un giro inesperado que desnivele las llaves.
Actualmente se acopla un aro metálico al
borde de las espigas, así como a su acoplamiento, con el fin de resguardar
éstos de cualquier percance.
PIVOTES, TORNILLOS Y MUELLES
Los pivotes de forma esférica tienen por
misión sujetar las llaves por medio de tornillos (cónicos o cilíndricos),
alojándose en la mayoría, distintos muelles o resortes de aguja. Van enroscados
dentro de la madera, lo que supone que cualquier golpe o roce puede producir
una desgracia para el instrumento.
El clarinetista debe cuidar cualquier holgura
o rozadura que pudiera entorpecer el mecanismo del instrumento, sobretodo
engrasando ligeramente los puntos de apoyo, así como los tornillos y muelles.
El clarinete tiene dos tipos de muelles: los
de aguja y los de ballesta.
Los primeros son simplemente una aguja
normalmente de acero sólido y son los mas empleados. Los segundos o de ballesta
sólo se utilizan en el cuerpo superior, y suelen ser un total de siete. Tienen
forma encorvada y delgada, estando fijada a una de sus extremidades por un
tornillo debajo de la llave; la otra se extiende por debajo del eje hacia el
dedo y penetra en una mueca a menudo forrada de metal. Estos muelles-básculas
se utilizan para accionar las llaves cerradas, por lo cual su fuerza tiene que
ser mayor que los de aguja, para evitar escapes de aire en el agujero.
LA ABRAZADERA
La abrazadera es un elemento a tomar en
cuenta para conseguir una mejor emisión y flexibilidad en el sonido.
Antiguamente se utilizaba un cordel para sujetar la caña sobre la boquilla, fue
Muller en 1815 quien sustituyó éste por la abrazadera de metal. Hoy en día se
sigue utilizando el sistema del cordel en algunos lugares sobretodo en
Alemania.
Existen abrazaderas de varias formas y
materiales, como pueden ser las de metal, plástico, cuero, etc., presentando
cada una de ellas sus virtudes y defectos. La lengüeta o “caña” debe estar bien
sujeta a la boquilla pero sin agarrotamiento.
Particularmente pienso que la elección entre
los diversos tipos de abrazaderas, debe quedar siempre a libre elección y
preferencias personales de cada clarinetista.
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